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Etapa 4: Jueves 7 de Agosto'08: Vitoria - Elciego


A las 9,00h partí del hotel en el que había pasado la noche en Vitoria, y nuevamente el sol parecía querer acompañarme durante la nueva jornada de bici. La noche anterior había acordado juntarme con Oscar y Raúl para cenar juntos en Elciego, al tiempo que degustaríamos los caldos de la tierra; por lo que simplemente tenía que preocuparme de alcanzar ese punto a la hora acordada.
senal Vitoria
Abandoné Vtoria a eso de las 10.00h, en dirección al Condado de Treviño, ya que tenía un gran interés en verlo. Ascendí las rampas del monte Vitoria y, tras un rápido descenso, me encontré en la Comunidad de Castilla-León, al transitar por el Condado de Treviño.




Mi mayor interés en esos momentos era el de ver el aspecto de la villa que daba nombre al condado, y cuando llegué a ella, me sentí un tanto decepcionado porque se trataba de un pequeño pueblo sin nada especial.

Continué por la carretera en dirección Miranda de Ebro por una carretera tranquila, sin apenas tráfico, por la que volví a entrar y a salir de Euskadi. Finalmente hacia las 12.15h estaba llegando a las calles de Miranda.

Fuí siguiendo la Calle de Logroño hasta que tuve que girar a la izquierda, y pronto encontré el parque de Antonio Machado, donde detuve mi montura. Allí monté mi campamento bajo un árbol, y continué con la lectura de mi libro disfrutando de un día estupendo mientras que los chiquillos jugaban con un balón o con sus bicis en las inmediaciones.

De cara a la comida tuve una gran suerte puesto que había un establecimiento de la cadena catalana LIZARRAN, donde les pedí un plato combinado y una ración de rabas. Lo que sucedió, fué que al dar la orden en la cocina, no apuntaron lo del plato combinado y al final me sacaron un plato de ensalada enorme, un plato con 5 filetes de lomo adobado con patatas a rebosar y la ración de rabas que también estaba el plato a rebosar. Al final tuve que dejar algunas patatas, pocas, y 4 rabas; pero lo mejor de todo fue que en el momento de pagar, me mantuvieron el precio del plato combinado pese a que me había tomado dos platos separados.

Tras un ratillo de lectura bajo un árbol, continué con mi ruta camino de Elciego.

Tras detenerme en un supermercado para comprar agua y unas uvas dejé Miranda de Ebro atrás.
Volví a reincorporarme a la N-124 y tomé la dirección hacia Logroño. Al tratarse de la nacional que conecta Burgos con Logroño el tráfico, sobre todo de camiones, era intenso. El problema que me ocasionaban dichos camiones era que me generaban grandes corrientes de aire cada vez que me adelantaban; por lo que me sentí realmente aliviado al descubrir que mi camino se apartaba pronto de esa nacional. Concretamente, poco antes de Briñas.

Desde ese punto hasta Labastida, mis únicos "enemigos" eran el viento que siempre soplaba de cara y las continuas y pronunciadas subidas que debía ir superando para continuar con mi marcha. Rioja AlavesaPor suerte, las vistas de tanto viñedo en pleno explendor, compensaba los dolores de piernas, así como saber que en un rato estaría en compañía de mis amiguetes para contarles batallitas.




Al llegar a Labastida, me detuve porque la ciudad se encuentra en lo alto de una colina, con la idea de rellenar los bidones de agua porque el calor era intenso, y el aire en contra provocaba que el esfuerzo para pedalear en la bici fuera grande.

Puerta Labastida
Junto a la fuente se encontraba la iglesia, a la que no dudé en echar una ojeada en su interior. Creo que, por su sencillez y altura, se trata de una iglesia de estilo pre-gótico (fin del románico, supongo), aunque no pondría la mano en el fuego porque estas cosas las estudíe en el colegio.

Tras un paseito al frescor del interior de la iglesia, retomé la bici y continué pedaleando hacia Elciego. Al acercarme a Ábalos, la intensidad del viento se incrementó y apenas podía circular a 6-7 km/h. Hablé por el móvil con Oscar y Raúl, que ya andaban dando vueltas por la zona con el coche haciendo fotografías y les hablé de mi situación. Seguí adelante, y tras superar Samaniego, giré a la derecha dirigiendo mis pedaladas hacia Elciego y con la esperanza de que me cogieran con el coche en cualquier momento.

Eso sucedió a sólo 2 kms. de Elciego. Nos detuvimos para celebrar el encuentro en un lugar seguro, y tras esa pequeña pausa nos dirigimos veloces hacia adelante. ¡¡Elciego nos esperaba!!

En el cuentakilometros ponía 90kms cubiertos en el día al transitar entre las primeras casas que nos daban la bienvenida.

Lo primero que hicimos al llegar, fue ir directamente a fotograficar el Hotel diseñado por Frank Gehry para el "Marqués de Riscal" y que se encuentra frente a la ladera que ocupa la mayor parte del pueblo. Tras esto, nos reunimos en una plazoleta donde había un establecimiento dedicado a la cata del vino, y entramos en él.

Hotel Marqués de Riscal
Acompañamos varias rondas de diferentes tipos de vinos con un plato de embutido y otro de queso, que a mi me taparon el hambre. Tras la degustación, y con la noche ya prácticamente encima, fuimos al único lugar donde nos dijeron que podríamos cenar en el pueblo... en las piscinas municipales.

Nos atendieron muy bien aunque tuvimos que esperar un buen rato, y ya cerca de las 23.30h nos dirijimos hacia el coche, con el estómago bien lleno, para que tanto Raúl como Oscar pudieran regresar a Donosti y dormir en sus camas. (sniff, que envidia!!).
Hotel Marqués de Riscal

Una vez nos despedimos, me tocaba buscar un lugar donde pasar la noche; y lo encontré siguiendo un camino que partía del pueblo. En una pequeña explanada, llena de cantos y de zarzas (por la noche no se veían demasiado...) dispuse el saco sobre el enorme fular/pareo que llevaba y me recosté con la intención de descansar lo más posible. El sueño me tardó en llegar y descansé poco; pero es lo que tiene el dormir en el monte.

1 comentario :

Anónimo dijo...

oyeeeee q yo tome bien esa nota!!fue l personal de cocina q lopuso asi..pero lo importante esq el cliente se fue contento y bien comido q es lo importante!

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