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Etapa 2: Martes 5 de Agosto'08: Navarra

A las 7.15h ya estaba desperezándome y abriendo el cartón de leche y el de galletas. También cayó un platanito, que a medida que lo iba engullendo, fui preparando las alforjas. A eso de las 8.00h me puse ya a pedalear.

Tras desandar los últimos kms. recorridos el día anterior llegué a Irurita en poco más de 15 mins. y me desvié hacia la izquierda para tomar la carretera de Egüés direccción Eugi. Con lo que yo no contaba, puesto que en el super mapa que me acompañó durante todo mi periplo no aparecía, era que tuviera que comerme un montón de subidas. Empecé esa primera subida con pocas ganas puesto que era la primera cuesta con la que me encontraba y desconocía cuánto tiempo iba a tener que pasar sufriendo con el peso de las alforjas a cuestas.

En ese momento, casi recien salido de la "cama" no tenía la mente preparada para enfrentarme a una carretera empinada y cuando me adelantó un 2º ciclista no se me ocurrió otra cosa que preguntarle cuántos kms quedaban para coronar el puerto. Me indicó que ya había cubierto casi la mitad de la subida (en ese momento ya llevaba 5 kms de rampas duras) y esa respuesta me cayó como un jarro de agua fría.

Continué subiendo por unos 200 mts. más, pero mi cabeza me decía que debía haber otra ruta más cómoda, por lo que me di la vuelta. Volví al cruce de Irurita 1h30 después y tomé dirección hacia la carretera N-121 no sin antes pasar por una pequeña tachuelita de unos 3 kms de subida y otros tantos de bajada.

Continué por la antigua N-121 paralela a la nueva que ahora es autovía hasta que llegué al cruce que me indicaba que mi único camino posible para continuar mi trayecto hacia Pamplona era superando el puerto de Belate. Esto suponía que tenía que superar un desnivel de 700 mts en 12 kms. ¡¡¡Se me vino el mundo encima!!!

En el cruce de inicio del puerto me detuve a descansar y pegué un telefonazo a mi amigo Oscar porque conoce la zona mejor que yo, y me confirmó lo que ya sabía: esa era la única vía para llegar a Pamplona en bici desde donde me encontraba. Estuve meditando un rato y cogiendo fuerzas, y trás 20 mins de descanso comencé la que se convirtió en la primera gran subida del viaje. Luego, por suerte o por desgracia vinieron más.

El ritmo de la subida era lento, pero tuve la suerte de que todo el monte está repleto de una gran vegetación. Esto me vino de perlas porque el sol calentaba de lo lindo, y hacer casi toda la subida por la sombra fué un alivio. A lo largo de la misma, realicé 3 ó 4 paradas para relajar los músculos y trás 3 horas de subida conseguí llegar a la cima. 847 mts. Allí me detuve a coger agua fresca de la fuente e hice alguna fotito de recuerdo. Las vistas desde allí arriba eran magníficas.

Pregunté a un motorista que también había parado su máquina sobre la presencia de algún merendero donde poder recuperar fuerzas ya que eran las 13.00h y me indicó que varios kms más adelante había uno. Lo encontré fácilmente y me quité toda la ropa que llevaba puesta porque la tenía empapada y me puse el bañador para estar cómodo. La ropa mojada la puse al sol. Saqué la comida que llevaba conmigo y di buena cuenta de ella mientras comenzaba la lectura de la novela que me acompañó durante el viaje: "La Cena Secreta" de Javier Sierra, que me enganchó desde la primera página (gracias Pili -mi hermana- por recomendármelo y por dejármelo).

A las 16.45 el libro volvió a la mochila y guardé las cosas en las alforjas. A las 17h ya estaba nuevamente bajando las rampas de Belate dirección a Pamplona, y fui viendo para mi desgracia, que el cielo se iba ennegreciendo cada vez más y amenazando un diluvio inminente.

A las 18h estaba subiendo la "Cuesta de Beloso" que me anunciaba la llegada a Pamplona. En este momento empezaron a caer las primeras gotas, al principio poco a poco pero cada vez con mayor intensidad. El cielo en estos momentos estaba completamente oscuro y parecía que se había hecho de noche.

Al transitar por la "Avenida de Navarra" tuve que detenerme para cubrir las alforjas y ponerme el chubasquero puesto que la lluvia empezó a arreciar cada vez con más fuerza. En ese momento andaba bastante desconcertado sin las ideas claras, ya que era muy pronto para detener la marcha en el segundo día de viaje.

Por la mañana había comenzado a pedalear convencido de que esa noche dormiría habiendo dejado atrás Pamplona y Estella, pero contra las inclemencias del tiempo poco se podía hacer. Por ello, a las 18.20 estaba tomándo un pintxo de tortilla con una cerveza en una cafetería, protegido de la lluvia y el viento que cada vez arreciaba con más impetu, y continué con la lectura de la fabulosa novela de Javier Sierra al tiempo que observaba cómo una cuadrilla de jubilados se jugaban las perras a las cartas.

Por fin, a las 20.30 la lluvia cesó, al igual que el viento que la había estado acompañando: Pese a que ya le iba quedando poco tiempo de luz al día, reemprendí la marcha, una vez me indicaron cuál era la ruta más rápida y segura para abandonar Pamplona y tomar rumbo a Estella.

No sé si yo no supe entender correctamente las indicaciones que me dieron, pero por más que pregunté a diferentes transeuntes, no fuí capaz de tomar la salida hacia Estella y me vi envuelto en un callejeo en el que acabé en el precioso "Paraje de Eulza", próximo al Polígono Industrial Landaben, del que me costó dios y ayuda salir y tomar de una vez la carretera hacia Estella.

El problema que tenía en ese momento era que poco a poco se me iba echando la noche encima y no conseguía avanzar... ni salir de Pamplona. Gracias a la ayuda de gente que paseaba con los perros por la zona, conseguí tener una noción de qué dirección debía tomar, pero tras cruzarme con un coche lleno de gitanos hasta los topes por el camino de cemento por el que transitaba, la cosa no tenía buena pinta. Para colmo, para escapar ese bonito paraje, debía subir una rampa de unos 400 mts. con un 20% de desnivel. Tras superarlo, me encontré en Zizur Mayor; y desde allí pude tomar la autovía dirección Estella, no sin antes saltar la mediana, y sus vallas, con la bici a cuestas. Una vez en ese punto, ya sólo me quedaba apretar los dientes y tratar de recorrer la mayor distancia posible antes de que se me hiciera completamente de noche.

Esto me ocurrió en las primeras rampas de ascensión al puerto del Perdón y me hizo ilusión ver cómo iba oscureciéndose el cielo sobre los enormes molinos de viento ubicados a pocos metros de donde yo me encontraba. Antes sólo los había visto en el programa de la Mirada Mágica de la EiTB.

Por desgracia, nuevamente se puso a llover; no tanto como a lo largo de la tarde, pero sí lo suficiente como para mojarse uno. Por ello, y porque ya eran prácticamente las 22.00h y ya apenas se veía sin luz, me dispuse a localizar un lugar adecuado en el que pasar la noche. Planté la tienda de campaña bajo unos árboles próximos a la carretera, y me introduje dentro con mi saco y lo imprescindible para pasar la noche.

Nuevamente la radio me acompañó hasta que me entró el sueño, no sin antes escuchar que por toda la zona norte del pais estaban produciéndose tormentas de verano por las tardes a causa del intenso calor reinante durante el día. Lo malo de esas noticias fué que la previsión para el día siguiente era similar a la del día que estaba acabando. OMG!!

Ese día me di cuenta de lo mal señalizadas que están las carreteras para los "otros usuarios" de las mismas. Me había pasado 45 mins intentando salir de Pamplona con mi bici tratando de NO infringir ninguna norma de tráfico.

Con todo, 106 kms. y más de 1000mts. de desnivel positivo en la jornada.

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