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Etapa 3: Miércoles 6 de Agosto'08: Navarra - Vitoria


Trás salir de la tienda de campaña, descubrí que todo seguía tal y como lo había dejado la noche anterior, con las alforjas de la bici cubiertas por la bolsa de basura que coloqué la noche anterior para evitar el agua que caía la noche anterior, a excepción de que había más barro alrededor de la tienda que la noche anterior.

Tras sacudir el barro de las zapatillas, disfruté de los primeros rayos de sol de la mañana apoyado en el guardarrail, tomando unas barritas antes de ponerme nuevamente en marcha antes de que fueran siquiera las 8.30h de la mañana.

Como la noche anterior cubrí la mayor parte de la subida al Puerto del Perdón, en poco más de 10 mins ya había superado las últimas rampas y empecé un rápido descenso.
Pronto empecé a ver indicios de que me encontraba transitando por el Camino de Santiago puesto que los indicadores con la famosa vieira adornaban continuamente los bordes de la carretera. El culmen de este hecho lo percibí a mi llegada a Puente la Reina, donde además pude comenzar a ver grupitos de peregrinos que se disponían a iniciar su etapa desde los diferentes albergues repartidos por la ciudad.

Pasé de largo la ciudad sin detenerme ya que sentía que llevaba cubiertos muy pocos kms. y esa mañana era un buen momento para avanzar velozmente en mi viaje. Gracias a ésto, a las 10.00h estaba entrando en Estella.





A la entrada de la ciudad encontré un grupo numeroso de cicloturistas italianos que andaban totalmente perdidos. Al darme cuenta de que eran italianos, les dejé atrás porque eran un porrón de gente y para tomar decisiones comprendí que les iba a llevar un buen rato. Seguí callejeando y vi los restos de la última noche de las fiestas de Estella y a unos chavales orgullosos por lucir su ropa festiva.
Siguiendo las indicaciones de un ciudadano estellés atravesé la "Kale Nagusia" y llegué a la Plaza de los Fueros, donde había dos grupos de ciclistas, imagino que peregrinos del Camino, que también cargaban con sus alforjas en las bicis, del mismo modo que yo.
En una de las cafeterías de la plaza me pedí un par de pintxos con un café con leche y un batido, y tras dar buena cuenta de ellos... re-emprendí de nuevo la marcha bajo los rayos intensos del sol en dirección a Murieta. Allí, esperaba poder localizar la vía verde de Campezo, correspondiente a la antigua línea del ferrocarril Vasco-Navarro para poder seguirla durante mi periplo ciclista.
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A los 20 mins. de haber dejado atrás la ciudad de Estella, vi que poco a poco me iba acercando a otro ciclista que iba en una de esas bicis en las que el ciclista va recostado como si estuviera en una tumbona.

ciclista francésCuando le alcancé, comenzamos a hablar y me dijo que era de Tolouse y que venía desde allí tras atravesar los Pirineos. Como un poco de compania nunca viene mal, compartimos la ruta durante alrededor de una hora. Tras atravesar Murieta decidimos continuar por la carretera porque la vía verde era de tierra no del todo compactada. Alcanzamos juntos el pueblo de Ancín y en ese punto nuestros caminos se separaron puesto que él se detuvo a coger agua. Yo quería aprovechar al máximo las horas antes del medio día evitando así pedalear durante las horas de más calor; y también porque mi ritmo era algo superior al del ciclista francés.

Así que, ya solo, continué pedaleando con la intención de parar a pasar las horas más calurosas en Santa Cruz de Campezo y... comer caliente y con fundamento. Al llegar a Acedo me detuve porque allí, por fin vi paneles informativos de la vía verde de la línea del ferrocarril Vasco-Navarro.
Descansé lo justo para cargar las baterías y tomé la vía verde.

tunel viaverde murieta Campezo Pesé a que la tierra no estaba muy compacta y había que hacer un esfuerzo superior al empleado al circular por la carretera, la verdad es que la sensación de pedalear por la pista era maravillosa. Más aún cuando al cabo de 1km de tomar la ruta verde, me topé con un túnel de 1200 mts de longitud, dentro del cual la temperatura no superaba los 20'C, que contrastaban frente a los más de 30'C reinantes en el exterior.

Por fin, a las 13.15h entré en Santa Cruz de Campezo y localicé la que supusé que sería la plaza principal del pueblo. Como hacía buen tiempo, la terraza del único bar de la plaza esta al completo, por lo que mi cervecita me la tomé en un banco de la plaza mientras me sumergía en las páginas de la novela "La Cena Secreta". A las 14.30h entré a comer y después de llenar el estómago me indicaron que a la salida del pueblo había una zona verde para el esparcimiento a la cual me dirigí ilusionado.

Santa Cruz de CampezoEl lugar superó con creces mis expectativas, y disfruté incluso de un baño en una zona acondicionada para ello junto a una pequeña cascada artificial. Me pareció un lugar ideal donde descansar y continuar con la lectura del libro que me acompañaba en mi viaje.Santa Cruz de Campezo - piscina

A las 16.30h empecé a meter mis cosas en las alforjas, ya que el cielo empezaba, poco a poco, a cubrirse de nubes tal y como había sucedido la víspera y tenía ganas de acumular todos los kms. que pudiera antes de que la tormenta hiciera, nuevamente, acto de presencia.

Mi idea al partir de ese rincón tan encantador de Santa Cruz de Campezo, era la de dirigirme al otro tramo rescatado de la antigua línea del tren Vasco-Navarro situado en las proximidades de Vitoria-Gasteiz, concretamente en Estibaliz.

En un principio todo iba sobre ruedas (obvio yendo en bici - jeje), pero la cosa se empezó a truncar al sufrir un pinchazo en la rueda trasera nada mas pasar la Villa de Maeztu. Por suerte, pasado menos de 1,5km. había una gasolinera, donde pude meter presión a la rueda recién reparada.

En esos momentos comenzaron a levantarse unas rachas de viento bastante molestas por lo que me puse nuevamente en marcha antes de que la cosa llegase a más.

puerto azazetaCuando aún no había alcanzado la cima del puerto de Azazeta empezó a chispear poco a poco, pero el cielo presagiaba que lo peor estaba por llegar. Afortunadamente para mi integridad, la intensidad de la lluvia no se incrementó durante el descenso del puerto, aunque la temperatura cayó varios grados y por ello me coloqué el chubasquero.

En esos momentos ya ni pensaba en rutas verdes ni en porras, sino en localizar algún lugar donde resguardarme de la lluvia que cada vez caía con mayor intensidad convirtiéndose poco a poco en un aguacero. Encontré una marquesina de autobus ubicada junto a la carretera y me quedé esperando a que pasara la tormenta, en compañía de mi novela.



Pasé alrededor de dos horas resguardado en el interior de la marquesina con la única compañía de mi libro de varias arañas que trepaban por las telas de araña que tenían instaladas en diferentes puntos de la habitación.
Como comprendí que la tormenta no tenía intenciones de ir a menos, me equipé con mi super chubasquero con la intención de encontrar alojamiento en alguna pensión o albergue a un buen precio. Pasé de largo el desvío a Estibaliz con pena, pero era importante conseguir una cama caliente para pasar esa noche.

En la misma entrada a Vitoria había un hotel de dos estrellas en el que afortunadamente disponían de una habitación doble con la que me quedé. El precio de la habitación fué de 40€.

En el mismo edificio del hotel había un bar-restaurante donde me tomé un bocata acompañado de una cervecita fría después de la ducha caliente que me pegué nada más crucar la puerta de la habitación.

Esa noche la pasé viendo la TV hasta que me entró el sueño y trás hacer unas llamadas para hablar con familiares y amigos aproveché el disponer de un colchón bajo mis huesos para recuperar energías.

Distancia recorrida el tercer día: 97 kms.

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