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Viajar en bici (verano 2008)


Lo mejor de viajar en bici, bien sea en solitario o en compañía es, sin duda, el contacto que se tiene tanto con el entorno como con las personas con las que te vas encontrando por el camino. Es por ello, que al viajar en bici, resulte extremádamente sencillo entablar conversación con los lugareños de los sitios que vas visitando.

Al escribir este relato he tratado de que la lectura del mismo sea lo más amena posible, y por ello he insertado algunos de los videos que fuí grabando durante el viaje así como varias fotos de los lugares que visité.

Como no quiero enrollarme más, voy a empezar explicando en qué consistió mi excursión con la bici:

Inicié mi andadura el lunes 4 de Agosto a las 17h de la tarde con destino el pueblo de mi abuela: "Castillejo de Robledo" en Soria. La idea de mi aventura era la de llegar al pueblo el sábado día 9 de Agosto tras visitar el mayor número de lugares posible. Salí de Donosti con un mapa en el que había marcado con una "x" varios lugares que tenía interés por visitar, aunque, viajar de esta forma la planificación del viaje se va modificando sobre la marcha.

En mi viaje visité, por este órden, las siguientes capitales provinciales: Pamplona, Vitoria y Logroño; y muchas otras ciudades, pueblos y pequeñas aldeas.

El recorrido, repartido en 6 etapas, se alargó por algo más de 650kms. A partir de aquí, tomar asiento, porque voy a contaros los avances realizados día a día... incluyendo la anécdota más divertida acaecida en el viaje con una pareja de zorros como protagonistas ;-)



Etapa 1: Lunes 4 de Agosto'08


Como mis compis del piso en el que vivo estaban de vacances, lo tenía todo alborotao. La ropa, la comida que pensaba llevar para el viaje y demás trastos para el viaje lo tenía todo desperdigado por todas partes con la esperanza de que todo me entrase en las alforjas.

Monté las alforjas y cuando por fin las llené eran ya las 16.30h. Me vestí con las ropas elegidas para esa primera jornada de viaje, que... por discreción, no fueron los colores de mi club ciclista "el Club Ciclista Donostiarra".

Finalmente, cerré la puerta tras de mí a las 17h en punto y quise pasar por la playa de La Zurriola para echar una última mirada al mar y despedirme de él por unos días y con la convicción de que esa primera noche alejado de casa la pasaría en el valle del Baztán.

Los primeros kms. transcurrieron sin problemas, excepto de que me percaté de que la presión de la rueda trasera no era la adecuada, por lo que me detuve tras dejar atrás Rentería en la gasolinera de Carrefour de la N-1. Tras esto, pude incrementar el ritmo, ya que al principio iba pendiente de que los bultos de las alforjas no se desequilibraran.

Dejé atrás Irún y Behobia pasadas las 18h y continué por la N-121 atravesando Bera, Sunbilla y llegando a Santesteban desde donde me dirigí hacia el Baztán pasando por Irurita y Elizondo. A la entrada de Elizondo ví un Super BM abierto y entré a comprar la cena, el desayuno del día siguiente y fruta y agua para ir reponiendo las fuerzas durante el camino.A estas alturas del día eran ya más o menos las 21h por lo que ya pronto iba a empezar a oscurecerse el cielo. Por esto, una vez fuera de Elizondo, mi prioridad ya fue la de buscar un buen sitio donde pasar esa mi primera noche fuera de casa.Localicé un buen sitio en las proximidades de Aintzialde (pueblo que ni siquiera llegué a ver) y me preparé para pasar mi primera noche al raso.Como cuento en el video ese primer día de ruta cubrí una distancia de 74 kms en menos de 4 horas de pedaleo. Un día relajado por carreteras ya conocidas a excepción de los últimos 20 kms de la etapa.



La noche al raso transcurrió sin más incidentes que la visita de un lugareño que paseaba al perro para levantarle el instinto de caza. Tras despedirme de ellos, me quedé solo y me metí al saco con la sóla compañía de una pequeña radio.Cuando empezó a refrescar, apagué la radio y me "encerré" en el saco.

Etapa 2: Martes 5 de Agosto'08: Navarra

A las 7.15h ya estaba desperezándome y abriendo el cartón de leche y el de galletas. También cayó un platanito, que a medida que lo iba engullendo, fui preparando las alforjas. A eso de las 8.00h me puse ya a pedalear.

Tras desandar los últimos kms. recorridos el día anterior llegué a Irurita en poco más de 15 mins. y me desvié hacia la izquierda para tomar la carretera de Egüés direccción Eugi. Con lo que yo no contaba, puesto que en el super mapa que me acompañó durante todo mi periplo no aparecía, era que tuviera que comerme un montón de subidas. Empecé esa primera subida con pocas ganas puesto que era la primera cuesta con la que me encontraba y desconocía cuánto tiempo iba a tener que pasar sufriendo con el peso de las alforjas a cuestas.

En ese momento, casi recien salido de la "cama" no tenía la mente preparada para enfrentarme a una carretera empinada y cuando me adelantó un 2º ciclista no se me ocurrió otra cosa que preguntarle cuántos kms quedaban para coronar el puerto. Me indicó que ya había cubierto casi la mitad de la subida (en ese momento ya llevaba 5 kms de rampas duras) y esa respuesta me cayó como un jarro de agua fría.

Continué subiendo por unos 200 mts. más, pero mi cabeza me decía que debía haber otra ruta más cómoda, por lo que me di la vuelta. Volví al cruce de Irurita 1h30 después y tomé dirección hacia la carretera N-121 no sin antes pasar por una pequeña tachuelita de unos 3 kms de subida y otros tantos de bajada.

Continué por la antigua N-121 paralela a la nueva que ahora es autovía hasta que llegué al cruce que me indicaba que mi único camino posible para continuar mi trayecto hacia Pamplona era superando el puerto de Belate. Esto suponía que tenía que superar un desnivel de 700 mts en 12 kms. ¡¡¡Se me vino el mundo encima!!!

En el cruce de inicio del puerto me detuve a descansar y pegué un telefonazo a mi amigo Oscar porque conoce la zona mejor que yo, y me confirmó lo que ya sabía: esa era la única vía para llegar a Pamplona en bici desde donde me encontraba. Estuve meditando un rato y cogiendo fuerzas, y trás 20 mins de descanso comencé la que se convirtió en la primera gran subida del viaje. Luego, por suerte o por desgracia vinieron más.

El ritmo de la subida era lento, pero tuve la suerte de que todo el monte está repleto de una gran vegetación. Esto me vino de perlas porque el sol calentaba de lo lindo, y hacer casi toda la subida por la sombra fué un alivio. A lo largo de la misma, realicé 3 ó 4 paradas para relajar los músculos y trás 3 horas de subida conseguí llegar a la cima. 847 mts. Allí me detuve a coger agua fresca de la fuente e hice alguna fotito de recuerdo. Las vistas desde allí arriba eran magníficas.

Pregunté a un motorista que también había parado su máquina sobre la presencia de algún merendero donde poder recuperar fuerzas ya que eran las 13.00h y me indicó que varios kms más adelante había uno. Lo encontré fácilmente y me quité toda la ropa que llevaba puesta porque la tenía empapada y me puse el bañador para estar cómodo. La ropa mojada la puse al sol. Saqué la comida que llevaba conmigo y di buena cuenta de ella mientras comenzaba la lectura de la novela que me acompañó durante el viaje: "La Cena Secreta" de Javier Sierra, que me enganchó desde la primera página (gracias Pili -mi hermana- por recomendármelo y por dejármelo).

A las 16.45 el libro volvió a la mochila y guardé las cosas en las alforjas. A las 17h ya estaba nuevamente bajando las rampas de Belate dirección a Pamplona, y fui viendo para mi desgracia, que el cielo se iba ennegreciendo cada vez más y amenazando un diluvio inminente.

A las 18h estaba subiendo la "Cuesta de Beloso" que me anunciaba la llegada a Pamplona. En este momento empezaron a caer las primeras gotas, al principio poco a poco pero cada vez con mayor intensidad. El cielo en estos momentos estaba completamente oscuro y parecía que se había hecho de noche.

Al transitar por la "Avenida de Navarra" tuve que detenerme para cubrir las alforjas y ponerme el chubasquero puesto que la lluvia empezó a arreciar cada vez con más fuerza. En ese momento andaba bastante desconcertado sin las ideas claras, ya que era muy pronto para detener la marcha en el segundo día de viaje.

Por la mañana había comenzado a pedalear convencido de que esa noche dormiría habiendo dejado atrás Pamplona y Estella, pero contra las inclemencias del tiempo poco se podía hacer. Por ello, a las 18.20 estaba tomándo un pintxo de tortilla con una cerveza en una cafetería, protegido de la lluvia y el viento que cada vez arreciaba con más impetu, y continué con la lectura de la fabulosa novela de Javier Sierra al tiempo que observaba cómo una cuadrilla de jubilados se jugaban las perras a las cartas.

Por fin, a las 20.30 la lluvia cesó, al igual que el viento que la había estado acompañando: Pese a que ya le iba quedando poco tiempo de luz al día, reemprendí la marcha, una vez me indicaron cuál era la ruta más rápida y segura para abandonar Pamplona y tomar rumbo a Estella.

No sé si yo no supe entender correctamente las indicaciones que me dieron, pero por más que pregunté a diferentes transeuntes, no fuí capaz de tomar la salida hacia Estella y me vi envuelto en un callejeo en el que acabé en el precioso "Paraje de Eulza", próximo al Polígono Industrial Landaben, del que me costó dios y ayuda salir y tomar de una vez la carretera hacia Estella.

El problema que tenía en ese momento era que poco a poco se me iba echando la noche encima y no conseguía avanzar... ni salir de Pamplona. Gracias a la ayuda de gente que paseaba con los perros por la zona, conseguí tener una noción de qué dirección debía tomar, pero tras cruzarme con un coche lleno de gitanos hasta los topes por el camino de cemento por el que transitaba, la cosa no tenía buena pinta. Para colmo, para escapar ese bonito paraje, debía subir una rampa de unos 400 mts. con un 20% de desnivel. Tras superarlo, me encontré en Zizur Mayor; y desde allí pude tomar la autovía dirección Estella, no sin antes saltar la mediana, y sus vallas, con la bici a cuestas. Una vez en ese punto, ya sólo me quedaba apretar los dientes y tratar de recorrer la mayor distancia posible antes de que se me hiciera completamente de noche.

Esto me ocurrió en las primeras rampas de ascensión al puerto del Perdón y me hizo ilusión ver cómo iba oscureciéndose el cielo sobre los enormes molinos de viento ubicados a pocos metros de donde yo me encontraba. Antes sólo los había visto en el programa de la Mirada Mágica de la EiTB.

Por desgracia, nuevamente se puso a llover; no tanto como a lo largo de la tarde, pero sí lo suficiente como para mojarse uno. Por ello, y porque ya eran prácticamente las 22.00h y ya apenas se veía sin luz, me dispuse a localizar un lugar adecuado en el que pasar la noche. Planté la tienda de campaña bajo unos árboles próximos a la carretera, y me introduje dentro con mi saco y lo imprescindible para pasar la noche.

Nuevamente la radio me acompañó hasta que me entró el sueño, no sin antes escuchar que por toda la zona norte del pais estaban produciéndose tormentas de verano por las tardes a causa del intenso calor reinante durante el día. Lo malo de esas noticias fué que la previsión para el día siguiente era similar a la del día que estaba acabando. OMG!!

Ese día me di cuenta de lo mal señalizadas que están las carreteras para los "otros usuarios" de las mismas. Me había pasado 45 mins intentando salir de Pamplona con mi bici tratando de NO infringir ninguna norma de tráfico.

Con todo, 106 kms. y más de 1000mts. de desnivel positivo en la jornada.

Etapa 3: Miércoles 6 de Agosto'08: Navarra - Vitoria


Trás salir de la tienda de campaña, descubrí que todo seguía tal y como lo había dejado la noche anterior, con las alforjas de la bici cubiertas por la bolsa de basura que coloqué la noche anterior para evitar el agua que caía la noche anterior, a excepción de que había más barro alrededor de la tienda que la noche anterior.

Tras sacudir el barro de las zapatillas, disfruté de los primeros rayos de sol de la mañana apoyado en el guardarrail, tomando unas barritas antes de ponerme nuevamente en marcha antes de que fueran siquiera las 8.30h de la mañana.

Como la noche anterior cubrí la mayor parte de la subida al Puerto del Perdón, en poco más de 10 mins ya había superado las últimas rampas y empecé un rápido descenso.
Pronto empecé a ver indicios de que me encontraba transitando por el Camino de Santiago puesto que los indicadores con la famosa vieira adornaban continuamente los bordes de la carretera. El culmen de este hecho lo percibí a mi llegada a Puente la Reina, donde además pude comenzar a ver grupitos de peregrinos que se disponían a iniciar su etapa desde los diferentes albergues repartidos por la ciudad.

Pasé de largo la ciudad sin detenerme ya que sentía que llevaba cubiertos muy pocos kms. y esa mañana era un buen momento para avanzar velozmente en mi viaje. Gracias a ésto, a las 10.00h estaba entrando en Estella.





A la entrada de la ciudad encontré un grupo numeroso de cicloturistas italianos que andaban totalmente perdidos. Al darme cuenta de que eran italianos, les dejé atrás porque eran un porrón de gente y para tomar decisiones comprendí que les iba a llevar un buen rato. Seguí callejeando y vi los restos de la última noche de las fiestas de Estella y a unos chavales orgullosos por lucir su ropa festiva.
Siguiendo las indicaciones de un ciudadano estellés atravesé la "Kale Nagusia" y llegué a la Plaza de los Fueros, donde había dos grupos de ciclistas, imagino que peregrinos del Camino, que también cargaban con sus alforjas en las bicis, del mismo modo que yo.
En una de las cafeterías de la plaza me pedí un par de pintxos con un café con leche y un batido, y tras dar buena cuenta de ellos... re-emprendí de nuevo la marcha bajo los rayos intensos del sol en dirección a Murieta. Allí, esperaba poder localizar la vía verde de Campezo, correspondiente a la antigua línea del ferrocarril Vasco-Navarro para poder seguirla durante mi periplo ciclista.
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A los 20 mins. de haber dejado atrás la ciudad de Estella, vi que poco a poco me iba acercando a otro ciclista que iba en una de esas bicis en las que el ciclista va recostado como si estuviera en una tumbona.

ciclista francésCuando le alcancé, comenzamos a hablar y me dijo que era de Tolouse y que venía desde allí tras atravesar los Pirineos. Como un poco de compania nunca viene mal, compartimos la ruta durante alrededor de una hora. Tras atravesar Murieta decidimos continuar por la carretera porque la vía verde era de tierra no del todo compactada. Alcanzamos juntos el pueblo de Ancín y en ese punto nuestros caminos se separaron puesto que él se detuvo a coger agua. Yo quería aprovechar al máximo las horas antes del medio día evitando así pedalear durante las horas de más calor; y también porque mi ritmo era algo superior al del ciclista francés.

Así que, ya solo, continué pedaleando con la intención de parar a pasar las horas más calurosas en Santa Cruz de Campezo y... comer caliente y con fundamento. Al llegar a Acedo me detuve porque allí, por fin vi paneles informativos de la vía verde de la línea del ferrocarril Vasco-Navarro.
Descansé lo justo para cargar las baterías y tomé la vía verde.

tunel viaverde murieta Campezo Pesé a que la tierra no estaba muy compacta y había que hacer un esfuerzo superior al empleado al circular por la carretera, la verdad es que la sensación de pedalear por la pista era maravillosa. Más aún cuando al cabo de 1km de tomar la ruta verde, me topé con un túnel de 1200 mts de longitud, dentro del cual la temperatura no superaba los 20'C, que contrastaban frente a los más de 30'C reinantes en el exterior.

Por fin, a las 13.15h entré en Santa Cruz de Campezo y localicé la que supusé que sería la plaza principal del pueblo. Como hacía buen tiempo, la terraza del único bar de la plaza esta al completo, por lo que mi cervecita me la tomé en un banco de la plaza mientras me sumergía en las páginas de la novela "La Cena Secreta". A las 14.30h entré a comer y después de llenar el estómago me indicaron que a la salida del pueblo había una zona verde para el esparcimiento a la cual me dirigí ilusionado.

Santa Cruz de CampezoEl lugar superó con creces mis expectativas, y disfruté incluso de un baño en una zona acondicionada para ello junto a una pequeña cascada artificial. Me pareció un lugar ideal donde descansar y continuar con la lectura del libro que me acompañaba en mi viaje.Santa Cruz de Campezo - piscina

A las 16.30h empecé a meter mis cosas en las alforjas, ya que el cielo empezaba, poco a poco, a cubrirse de nubes tal y como había sucedido la víspera y tenía ganas de acumular todos los kms. que pudiera antes de que la tormenta hiciera, nuevamente, acto de presencia.

Mi idea al partir de ese rincón tan encantador de Santa Cruz de Campezo, era la de dirigirme al otro tramo rescatado de la antigua línea del tren Vasco-Navarro situado en las proximidades de Vitoria-Gasteiz, concretamente en Estibaliz.

En un principio todo iba sobre ruedas (obvio yendo en bici - jeje), pero la cosa se empezó a truncar al sufrir un pinchazo en la rueda trasera nada mas pasar la Villa de Maeztu. Por suerte, pasado menos de 1,5km. había una gasolinera, donde pude meter presión a la rueda recién reparada.

En esos momentos comenzaron a levantarse unas rachas de viento bastante molestas por lo que me puse nuevamente en marcha antes de que la cosa llegase a más.

puerto azazetaCuando aún no había alcanzado la cima del puerto de Azazeta empezó a chispear poco a poco, pero el cielo presagiaba que lo peor estaba por llegar. Afortunadamente para mi integridad, la intensidad de la lluvia no se incrementó durante el descenso del puerto, aunque la temperatura cayó varios grados y por ello me coloqué el chubasquero.

En esos momentos ya ni pensaba en rutas verdes ni en porras, sino en localizar algún lugar donde resguardarme de la lluvia que cada vez caía con mayor intensidad convirtiéndose poco a poco en un aguacero. Encontré una marquesina de autobus ubicada junto a la carretera y me quedé esperando a que pasara la tormenta, en compañía de mi novela.



Pasé alrededor de dos horas resguardado en el interior de la marquesina con la única compañía de mi libro de varias arañas que trepaban por las telas de araña que tenían instaladas en diferentes puntos de la habitación.
Como comprendí que la tormenta no tenía intenciones de ir a menos, me equipé con mi super chubasquero con la intención de encontrar alojamiento en alguna pensión o albergue a un buen precio. Pasé de largo el desvío a Estibaliz con pena, pero era importante conseguir una cama caliente para pasar esa noche.

En la misma entrada a Vitoria había un hotel de dos estrellas en el que afortunadamente disponían de una habitación doble con la que me quedé. El precio de la habitación fué de 40€.

En el mismo edificio del hotel había un bar-restaurante donde me tomé un bocata acompañado de una cervecita fría después de la ducha caliente que me pegué nada más crucar la puerta de la habitación.

Esa noche la pasé viendo la TV hasta que me entró el sueño y trás hacer unas llamadas para hablar con familiares y amigos aproveché el disponer de un colchón bajo mis huesos para recuperar energías.

Distancia recorrida el tercer día: 97 kms.

Etapa 4: Jueves 7 de Agosto'08: Vitoria - Elciego


A las 9,00h partí del hotel en el que había pasado la noche en Vitoria, y nuevamente el sol parecía querer acompañarme durante la nueva jornada de bici. La noche anterior había acordado juntarme con Oscar y Raúl para cenar juntos en Elciego, al tiempo que degustaríamos los caldos de la tierra; por lo que simplemente tenía que preocuparme de alcanzar ese punto a la hora acordada.
senal Vitoria
Abandoné Vtoria a eso de las 10.00h, en dirección al Condado de Treviño, ya que tenía un gran interés en verlo. Ascendí las rampas del monte Vitoria y, tras un rápido descenso, me encontré en la Comunidad de Castilla-León, al transitar por el Condado de Treviño.




Mi mayor interés en esos momentos era el de ver el aspecto de la villa que daba nombre al condado, y cuando llegué a ella, me sentí un tanto decepcionado porque se trataba de un pequeño pueblo sin nada especial.

Continué por la carretera en dirección Miranda de Ebro por una carretera tranquila, sin apenas tráfico, por la que volví a entrar y a salir de Euskadi. Finalmente hacia las 12.15h estaba llegando a las calles de Miranda.

Fuí siguiendo la Calle de Logroño hasta que tuve que girar a la izquierda, y pronto encontré el parque de Antonio Machado, donde detuve mi montura. Allí monté mi campamento bajo un árbol, y continué con la lectura de mi libro disfrutando de un día estupendo mientras que los chiquillos jugaban con un balón o con sus bicis en las inmediaciones.

De cara a la comida tuve una gran suerte puesto que había un establecimiento de la cadena catalana LIZARRAN, donde les pedí un plato combinado y una ración de rabas. Lo que sucedió, fué que al dar la orden en la cocina, no apuntaron lo del plato combinado y al final me sacaron un plato de ensalada enorme, un plato con 5 filetes de lomo adobado con patatas a rebosar y la ración de rabas que también estaba el plato a rebosar. Al final tuve que dejar algunas patatas, pocas, y 4 rabas; pero lo mejor de todo fue que en el momento de pagar, me mantuvieron el precio del plato combinado pese a que me había tomado dos platos separados.

Tras un ratillo de lectura bajo un árbol, continué con mi ruta camino de Elciego.

Tras detenerme en un supermercado para comprar agua y unas uvas dejé Miranda de Ebro atrás.
Volví a reincorporarme a la N-124 y tomé la dirección hacia Logroño. Al tratarse de la nacional que conecta Burgos con Logroño el tráfico, sobre todo de camiones, era intenso. El problema que me ocasionaban dichos camiones era que me generaban grandes corrientes de aire cada vez que me adelantaban; por lo que me sentí realmente aliviado al descubrir que mi camino se apartaba pronto de esa nacional. Concretamente, poco antes de Briñas.

Desde ese punto hasta Labastida, mis únicos "enemigos" eran el viento que siempre soplaba de cara y las continuas y pronunciadas subidas que debía ir superando para continuar con mi marcha. Rioja AlavesaPor suerte, las vistas de tanto viñedo en pleno explendor, compensaba los dolores de piernas, así como saber que en un rato estaría en compañía de mis amiguetes para contarles batallitas.




Al llegar a Labastida, me detuve porque la ciudad se encuentra en lo alto de una colina, con la idea de rellenar los bidones de agua porque el calor era intenso, y el aire en contra provocaba que el esfuerzo para pedalear en la bici fuera grande.

Puerta Labastida
Junto a la fuente se encontraba la iglesia, a la que no dudé en echar una ojeada en su interior. Creo que, por su sencillez y altura, se trata de una iglesia de estilo pre-gótico (fin del románico, supongo), aunque no pondría la mano en el fuego porque estas cosas las estudíe en el colegio.

Tras un paseito al frescor del interior de la iglesia, retomé la bici y continué pedaleando hacia Elciego. Al acercarme a Ábalos, la intensidad del viento se incrementó y apenas podía circular a 6-7 km/h. Hablé por el móvil con Oscar y Raúl, que ya andaban dando vueltas por la zona con el coche haciendo fotografías y les hablé de mi situación. Seguí adelante, y tras superar Samaniego, giré a la derecha dirigiendo mis pedaladas hacia Elciego y con la esperanza de que me cogieran con el coche en cualquier momento.

Eso sucedió a sólo 2 kms. de Elciego. Nos detuvimos para celebrar el encuentro en un lugar seguro, y tras esa pequeña pausa nos dirigimos veloces hacia adelante. ¡¡Elciego nos esperaba!!

En el cuentakilometros ponía 90kms cubiertos en el día al transitar entre las primeras casas que nos daban la bienvenida.

Lo primero que hicimos al llegar, fue ir directamente a fotograficar el Hotel diseñado por Frank Gehry para el "Marqués de Riscal" y que se encuentra frente a la ladera que ocupa la mayor parte del pueblo. Tras esto, nos reunimos en una plazoleta donde había un establecimiento dedicado a la cata del vino, y entramos en él.

Hotel Marqués de Riscal
Acompañamos varias rondas de diferentes tipos de vinos con un plato de embutido y otro de queso, que a mi me taparon el hambre. Tras la degustación, y con la noche ya prácticamente encima, fuimos al único lugar donde nos dijeron que podríamos cenar en el pueblo... en las piscinas municipales.

Nos atendieron muy bien aunque tuvimos que esperar un buen rato, y ya cerca de las 23.30h nos dirijimos hacia el coche, con el estómago bien lleno, para que tanto Raúl como Oscar pudieran regresar a Donosti y dormir en sus camas. (sniff, que envidia!!).
Hotel Marqués de Riscal

Una vez nos despedimos, me tocaba buscar un lugar donde pasar la noche; y lo encontré siguiendo un camino que partía del pueblo. En una pequeña explanada, llena de cantos y de zarzas (por la noche no se veían demasiado...) dispuse el saco sobre el enorme fular/pareo que llevaba y me recosté con la intención de descansar lo más posible. El sueño me tardó en llegar y descansé poco; pero es lo que tiene el dormir en el monte.

Etapa 5: Viernes 8 de Agosto'08: Elciego - Laguna Negra

elciegoMe desperté bien temprano esa mañana porque realmente no pude descansar demasiado bien. elciego Preparé la bici con las alforjas, y antes de abandonar definitivamente el pueblo de Elciego quise dar una vueltecilla por allí con la intención de sacar algunas instantáneas desde diferentes perspectivas. marques de riscal Me despedí por tanto de Elciego, y dirigí mis pedaladas hacia "La Puebla de Labarca". Atravesé la Puebla y continué hasta Fuenmayor. Aquí me detuve en una cafetería a tomar el desayuno, que consistió en café con leche, croissant y un bollo de leche. Mientras me tomaba el desayuno aproveché para recargar un poco el móvil, ya que la batería estaba en las últimas. Al terminar el hamaiketako reemprendí la marcha con destino Logroño. A las 10.00h ya estaba entrando en la capital riojana y lo primero que hice fué dar una vuelta a la ciudad mientras trataba de localizar una tienda de fotografía para pasar las fotos y videos de la cámara a DVD´s. La empresa no fué sencilla porque nadie parecía conocer la presencia de ninguna tienda. Al cabo de 2 horas, encontré una y como tenía que esperar prácticamente 1h para que me entregaran los DVD´s. Debido a esto, me quedé leyendo la novela que me venía acompañando durante el viaje, "La Cena Secreta". Pasada la una del mediodía me acerqué a recoger los DVD´s y mis tarjetas de memoria tras un buen rato de busqueda de la tienda, que por momentos llegué a pensar que se había esfumado ya que era incapaz de encontrarla. Pese a que era mediodía, decidí que debía continuar con la ruta ya que el cielo estaba cubierto por nubes. Por ello, abandoné Logroño por la N-111 con dirección a Soria. La N-111 soportaba bastante tráfico, pero gracias a que eran las horas centrales del día, muchos camioneros estaban aprovechando para comer, con lo que no tuve que preocuparme demasiado por los camiones. El asfalto era bueno, por lo que mi ritmo también era bueno, al menos hasta que la carretera se empezó a empinar poco antes de llegar a Islallana. En este pueblecillo situado en medio de ninguna parte, me detuve a comprar agua y unas patatas fritas para matar el hambre y recuperar las sales perdidas por el esfuerzo. Pasadas las 14h continuaba pedaleando aunque a esas horas mi estómago me pedía algo más que las patatas fritas o las barritas de que disponía. Además, el sol se había escabullido entre las nubes, y calentaba con fuerza, por lo que únicamente pensaba en buscar un lugar tranquilo donde pasar las horas centrales del día. Al pasar frente a una empresa embotelladora me detuve ya que mi resistencia estaba llegando al límite. Sin embargo, llegué hasta un cruce próximo que me indicaba que a menos de 2kms se encontraba la población de "Torrecilla en Cameros", por lo que reuní las fuerzas suficientes para llegar hasta la misma. Pronto encontré una plaza en la que había un bar-restaurante con mesas ocupando una buena parte de la plaza.
Me aproximé a la barra del bar tras esperar lo justo, me pedí lo que puede verse en la foto. menu completocomí en la terraza porque la temperatura a la sombra de los árboles era muy agradable con el vientecillo que corría.
perrito
Compartí algo de mi comida con un amigo de 4 patas que me hice, jeje, y después del cafecito de rigor, aboné la cuenta y me dispuse a continuar con mi camino que discurriría por la N-111 hasta el desvío de "Villoslada de Cameros" donde debería desviarme a la derecha. Eran poco más de las 16h cuando partí con mi montura.

Al salir de "Villanueva de Cameros" regresé sobre mis pasos hasta el cruce próximo a la fábrica embotelladora y proseguí con paso lento (porque había un repecho de un par de kms), aunque firme y seguro.

Continué por la carretera hasta llegar al cruce hacia Villoslada sin ninguna incidencia, y admirando la belleza del paisaje que iba atravesando. Cuando tomé el desvío, el asfalto pasó a ser algo más rugoso e irregular, pero pese a esto, pronto llegué a Villoslada. A la salida del pueblo había unas instalaciones municipales que contaban con una piscina, donde algunas personas, en su mayoría mujeres de buen ver, disfrutaban de los rayos de sol y/o del agua. La verdad es que algo de envidia me dieron.

Sin embargo, apenas aminoré la marcha y proseguí pedaleando animosamente por los continuos toboganes de la carretera que siempre picaba hacia arriba. A mi llegada a "Montenegro de Cameros" me encontraba totalmente sediento tanto por el calor como porque el agua de mi bidón estaba demasiado caliente y no resultaba agradable su consumo. Por ello, me detuve en el único bar existente en el pueblecillo y me tomé una Coca-Cola. También aproveché para rellenar el bidón y descansar lo necesario antes de enfrentarme con mi siguiente desafío, que no era otra cosa que la ascensión al puerto de Santa Inés. El puerto consistía en algo más de 12kms de subida en la que se corona a 1753mts de altitud.

Empecé a subir cuando el reloj marcaba las 18.00h y no alcancé la cima del puerto hasta las 20.15h. Durante la ascensión, tuve que detenerme en numerosas ocasiones puesto que había rampas realmente exigentes y contaba con pocos tramos de descanso.

La ascensión se me hizo interminable y en varias ocasiones estuve a muy poco de darme por vencido y rendirme ante la dureza del puerto. Sin embargo conseguí alcanzar la cima cuando el sol estaba empezando a ocultarse y con el viento bastante frio, al menos para mi cuerpo que estaba empapado por el sudor del esfuerzo de la subida.

Debido al frío reinante, me detuve lo imprescindible y me lancé por el descenso del puerto por la carretera que se encontraba en obras de mejora y ensanchamiento del firme. Esto me obligó a tomarme la bajada con precaución ya que muchos tramos carecían tan siquiera de asfalto.

Tras realizar la mayor parte del descenso, me dediqué a buscar un lugar donde pasar la noche puesto que comprendí que dada la hora que era no iba a tener posibilidad para llegar a la Laguna Negra, como era mi intención.

Pero presintiendo que la noche se me habría echado encima antes de haber sido capaz de llegar a la misma, localicé un buen lugar en el bosque donde decidí pasar esa noche.



Noche del Viérnes 8 de Agosto'08 - El Ataque de los Zorros


Esa noche, tal y como describo en el relato y video de la página anterior, me metí en el saco para pasar la que iba a ser mi última noche a la intemperie... en medio del bosque.

Lo que sucedió una vez logré coger el sueño, lo describo a continuación:

- La noche era fría por lo que me oculté completamente en el interior del saco sin dejar en el exterior ninguna parte de mi cuerpo. Todo transcurrió tranquilo hasta más o menos las 01.20h de la noche. Estaba oscuro porque no había luna y los árboles tapaban la poca luz proveniente del firmamento.

Lo que sucedió fue que de repente me desperté sobresaltado ya que noté como sobre mis pies había un animal no muy grande andando por encima. Imaginando que se trataba de algún pequeño animalillo, pataleé para quitármelo de encima y que me dejara continuar con mi descanso, pero al animalillo, pareció que mi reacción no le entusiasmó lo más mínimo ya que una vez lo desplacé de donde me subió, el puñetero animal me pegó un mordisco que alcanzó mi pie a través del saco.

En ese momento me puse histérico y empecé a pegar gritos como loco puesto que el animal no me soltaba el pie y tiraba con fuerza. Yo le llamaba de todo menos guapo al animal tratando de gritar lo más posible con la esperanza de que se asustara y me soltara y que saliera huyendo, pero nada más lejos de la realidad.

Cuando después de patalear durante unos segundos que se me hicieron interminables... el animal me soltó y me pude sentar. Traté de pensar en la situación y decidir qué hacer, pero inmediatamente sentí las fauces de un segundo animal que se me echó al brazo derecho dándome otro mordisco. Por suerte, este segundo animal soltó casi de inmediato mi brazo y eso le valió para librarse del puñetazo que le lancé. Cuando huía pude ver que se trataba de un zorro. Por tanto... ESTABA SIENDO ATACADO POR ZORROS..... ¡¡QUÉ MIEDO!!

Pensé que me iban a comer si no me movía o me iba de allí, por lo que en lo primero que pensé fué en ponerme las zapatillas que tenía junto a mí para evitar que pudieran lastimarme los pies. Fui plenamente consciente de que si me mordían los pies me sería complicado escapar de ellos y eso fue lo que hice mientras que trataba de contar cuántos eran los zorros que me estaban atacando. Continué gritando e insultándoles pese a que estaba completamente cagado de miedo. Para mi suerte, tuve la cabeza suficientemente fría y reaccioné de forma adecuada ante dicha situación.

Una vez que tuve las zapatillas puestas, recogí las cosas que tenía más a mano, es decir, mi saco y el pareo, que en ese momento pensé que podrían serme útiles en caso de que me trataran de morder para poder evitar sus mordiscos de alguna manera; la botella de litro de agua que estaba prácticamente llena y que usaba para intentar pegar a los malditos zorros aunque sin éxito; una lata de conservas que pensaba usar como arma arrojadiza; y las gafas que tenía guardadas en la funda. La bici con las alforjas se quedaron donde estaban... ya que allí, lo único que corría peligro era mi vida.

Una vez cargué con esas cosas seguí dando botellazos al aire tratando de alcanzar a los animales pero sin conseguirlo y trepé hasta la carretera puesto que en el punto en que me encontraba a duras penas lograba ver la silueta de los zorros. Por ello, una vez en la carretera podría defenderme en mejores condiciones puesto que podría verles acercarse a mí.

Puesto que me encontraba a varios kilómetros del ser humano más próximo, decidí que lo mejor que podía hacer era ir hacia la civilización. Por esto, me enrollé el saco en el brazo izquierdo y tomé la botella con la mano derecha para prepararme ante el esperado ataque de los zorros.

Yo continuaba increpando a los animalillos y cuando intuía que se me acercaban, corría hacia ellos tratando de hacer el máximo ruido posible con los clavos de las zapatillas (puesto que eran las de la MTB). Así fué como inicié el descenso hacia la civilización, andando por el centro de la carretera y escoltado por más de un zorro que querían comerme. Éstos, a veces me adelantaban, otras me seguían por detrás y otras caminaban a mi par a través de la vegetación. Cuando veía que se me acercaban algo más de la cuenta, pegaba una carrera en su dirección haciendo todo el ruido que podía con los pies y gritándoles nuevamente.

Esta situación se alargó durante casi 45 minutos aunque al cabo de los primeros 20, y una vez pasado el susto inicial, comencé a tranquilizarme un poco aunque seguía muy pendiente de todos sus movimientos. Lo que me tranquilizó fue el descubrir que se trataba únicamente de una pareja de zorros y que con el paso del tiempo no se unían invitados a la fiesta.

Pasados esos momentos de mayor tensión... fui haciéndome a la idea de que esa no iba a ser mi última noche. Lo único que tenía que hacer era continuar caminando hasta llegar a un pueblo que sabía que estaría a unos 15 kms. Pero era mejor andar durante toda la noche que dejarme comer por unos animales en pleno bosque.

Como he indicado antes, una vez transcurridos unos 45 minutos los zorros se dieron por vencidos y dejaron de seguirme. Yo continué alejándome puesto que el lugar no me parecía suficientemente seguro como para quedarme a pasar el resto de la noche aún lejos de otros seres humanos.

Tras continuar andando durante media hora más aproximadamente descubrí en un cruce de caminos, lo que podría ser una casa que tenía una verja alrededor. Dí unos golpes a la puerta metáliza y al no haber escuchar ningún ruido proveniente de la casa decidí saltar la puerta y pasar la noche en el interior de la propiedad. Me recosté junto a una de las puertas de la vivienda y traté de relajar el pulso que pese al tiempo transcurrido desde que los zorros me despertaran en medio de la noche, yo seguía con mis pulsaciones aceleradas. Traté de cerrar los ojos y dormir pero me costó mucho conciliar el sueño.

A las 6.45h me desperté y salté de nuevo la puerta para regresar en busca de mis pertencencias. Llegué hasta ellas a las 8.40h tras desandar todo el camino recorrido durante la noche. A mi llegada hasta la bici grabé el siguiente video:


Etapa 6: Sábado 9 de Agosto'08 - FIN



Tras el susto de la noche anterior, me aseguré de que todas mis pertenencias se encontraban en perfecto estado. También me quedé asombrado del estado en que quedó la manzana que no llegué a tomar la noche anterior.

Cuando cogí la bici para ponerme en marcha, decidí que debía aprovechar la ocasión para visitar la Laguna Negra, puesto que me encontraba relativamente cerca de ésta.

Pasé algo más de una hora pedaleando sobre la bici hasta que por fin conseguí llegar hasta la famosa laguna. El sitio me defraudó un poco y tras hacer unas pocas fotos, volví a montar mi bici para lanzarme tumba abierta por la cuesta.

Cuando llegué a Vinuesa me detuve en una cafetería en la que me tomé un cafecillo con dos trozos de bizcocho. Tuve la suerte de que a mi entrada a la cafetería Samuel Sanchez estaba convirtiéndose en Campeón Olímpico en China. Por lo que pasé, probablemente, más tiempo del necesario tomándome el cafecillo.

Cerca de las 12.00 fue cuando monté nuevamente sobre la bici aguantando un sol abrasador, con la alegría de haber visto a Samuel en lo más alto del podium.
A mi entrada en Abejar busqué un restaurante porque estaba muerto de hambre. Estuve leyendo mi novela hasta que me indicaron que podía pasar al comedor y tomé un menú, que fue un poco caro para lo que me dieron; aunque el trato fue muy correcto.

Tras terminar la comida, me tomé un patxaran que me acompañó hasta que leí las últimas líneas de la novela que me estuvo acompañando durante todo el viaje; y una vez cerrado el libro, volví a pedalear sobre la bici.

Revisando los mapas con posteriorioridad, en el sofá de casa, me doy cuenta que en ese momento cometí un error al tomar la N-234 dirección Burgos, puesto que había acordado con mi padre que si por un casual veía que no iba a ser capaz de llegar al pueblo de la abuela antes de las 20.00h, él vendría a recogerme con el coche. Esa noche iríamos a la bodega a cenar cordero asado a las brasas y había que subir a la bodega siendo aún de día.

La N-234 era una carretera aburrida llena de falsos llanos y con el viento que soplaba siempre de costado. Miré el mapa y vi que tomando un desvío por una carretera comarcal, podía acortar unos pocos kilómetros. Tomé esta carretera que me llevó por pueblecillos perdidos como el caso de Muriel Viejo, Cubillos, Valdealdeanos, etc....

Lo bonito de transitar por esta carretera era que los paisajes cambiaban continuamente cada pocos metros, aunque ello implicaba el tener que realizar alguna ascensión más o menos dura que no figuraba en el mapa. En cualquier caso, el saberme cerca de mi destino, a las 18.00 ya había confirmado con mi padre que se pasase a recogerme a Burgo de Osma a las 19.30, me daba energías extra para mirar positívamente los paisajes que me rodeaban.

Volví a una carretera general en un cruce próximo a Ucero y distante de El Burgo unos 15kms.... ¡¡¡¡mis últimos 15 km de viaje!!!! Llegué en menos de 30mins a El Burgo de Osma, ya que mis energías estaban pletóricas. Tras 6 días consecutivos de pedalada, un ataque de una pareja de zorros, 2 tarde/noches pasadas por agua, una novela ("la Cena Secreta") leída; ya no tenía que segur pedaleando por más tiempo.

Busqué una pastelería donde compré 3 cajas de "Mantequilla de Soria" y me dediqué a desmontar las alforjas de la bici para estar preparado ante la inminente llegada de mi padre. Tras saludarnos debidamente, metimos la bici al maletero tras desmontarla, y partimos rumbo a casa de la abuela en su querido pueblo de Castillejo de Robledo, que distaba apenas 40km. En cuestión de media hora ya estaba enseñando a toda la familia las huellas que me dejaron los zorros la noche anterior en el pie y en el codo con las consiguientes caras de admiración por parte de todos.

Después, nos fuimos a cenar a la bodega unas ricas chuletas de cordero a las brasas; y tras la cena hubo verbena ya que se estaban celebrando las fiestas del pueblo. Así que, tras tantas horas sobre la bici, el ultimo día concluyo con unos bailes y mas de un cubata para recuperar las energías, jeje.

Asi termina la historia, por lo que espero que nadie se haya aburrido con mis relatos, y no me queda más que agradeceros el tiempo que habéis dedicado todos a leerme.





¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ MUCHAS GRACIAS !!!!!!!!!!!